Los primeros años de vida de niños, niñas y adolescentes se consideran un determinante social de la salud, ya que en esta época del desarrollo temprano, la educación que reciben desde los más cercanos puede ejercer un impacto sobre la salud del individuo e incluso durar toda la vida.
Considerando lo anterior, el apoyo que se les puede entregar a padres, madres y adultos significativos en la crianza y desarrollo de habilidades parentales, es fundamental para apoyar el proceso de crecimiento de niños y jóvenes y fortalecer la salud desde un punto de vista biopsicosocial.
Padres, madres y adultos significativos y la familia en general, son agentes socializadores a partir de los cuales sus miembros son capaces de desarrollarse y generar autonomía en la toma de decisiones, generar una integración con las distintas esferas en las cuales se interactúa (escuela, familia, barrio y comunidad, trabajo, sociedad) y fortalecer la identidad de cada uno.
Lo anterior, está asociado al concepto de parentalidad, en base al cual los adultos cumplen una función importante en el desarrollo de niños, niñas y jóvenes, el que está estrechamente ligado con la importancia de visualizar al niño y joven como sujeto de derechos y a los padres, madres y adultos significativos como garantes de estos derechos.
Asimismo, el concepto de parentalidad está relacionado y sustentado con el Interés Superior del Niño y los Derechos propios de la Infancia (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1989), que promueve el desarrollo de capacidades, reconcomiendo y orientación necesaria a niños y adolescentes, sin dejar de lado el establecimiento de límites que permitan un desarrollo pleno de niños y adolescentes (Rodrigo, Máiquez y Martín, 2010), mediante el desempeño positivo del rol parental.
El fortalecimiento de habilidades que apoyen la parentalidad es una acción necesaria para la prevención del consumo de sustancias, considerando que:
a) La vinculación activa de los adultos significativos se puede constituir en un factor protector del consumo de drogas y alcohol. Promover la convivencia familiar a través del ejercicio positivo del rol parental permite garantizar los derechos de formación y trato de los niños como personas y ciudadanos, considerando que estos pueden ser escuchados y atendidos en sus necesidades.
b) El proceso de socialización es el resultado de la interacción que se da entre el individuo y la sociedad. Según Musitu y Cava (2001, p.115) “es el proceso mediante el cual las personas adquirimos los valores, creencias, normas y formas de conducta apropiados en la sociedad a la que pertenecemos”. Es en ese proceso en que se aprenden las pautas de comportamiento, las normas, roles y costumbres (Gervilla, 2008). El rol socializador asociado a la parentalidad, permite que los adultos significativos transmitan un mensaje preventivo a niños, niñas y jóvenes, en todas las circunstancias en las cuales ello interactúan. De esta forma, también contribuyen a la formación de niños y jóvenes con una actitud de autocuidado respecto a su salud, desarrollando hábitos asociados a un crecimiento saludable.
c) Los adultos significativos se constituyen en agentes de prevención del consumo de drogas y alcohol, contribuyendo al desarrollo de una cultura preventiva en la familia, la que se encuentra en constante interacción con el medio.
Fuente: Manual para el facilitador “Taller de Habilidades Preventivas Parentales” 2da. versión.